A ti, que ya no estás.

Te fuiste y aunque las cosas son ley de vida y ley de muerte, confieso que es complicado asimilar que ya no estarás aquí. Cuando las personas son efímeras se les quiere un poquito más, y a ti te quería todo el que te conocía.

Ahora invade la duda de si aprovechamos el tiempo lo suficiente contigo, si te sientes orgulloso allá donde estés, si escuchas cada vez que te hemos cantado tu canción y se nos ha saltado una lágrima o si sientes cuando pensamos en ti. Imposible olvidar lo que se vive contigo, cuando eras sombra y paracaídas, cuando estabas a nuestro lado si las cosas fallaban. 

Cuanto te echamos de menos, y que complicado resulta vivir de recuerdos y fotos contigo. Seguimos escuchando tu risa tan peculiar y tu voz contando cualquier cosa con el entusiasmo que siempre le ponías...

Pero lo que más me gusta saber es que sigues aquí, seguimos queriendo tenerte en cada plan y cantando a pleno pulmón "que pasará, que misterio habrá" o "cómo vuelvo al pasado" y ojalá dar sentido a esa canción y poder volver al pasado. 

Ojalá siguieras aquí, ojalá nunca te hubieses ido y pudiéramos abrazarte bien fuerte y no soltarte. Ojalá se hubiera parado el tiempo aquel 30 de septiembre. 

Gracias por enseñarnos a disfrutar la vida y vivir cada momento. A no dejar nada para mañana, que la vida son dos días y luego sólo nos quedarán los recuerdos, por eso debemos hacer que sean inolvidables. 

Sigue mirándonos desde allí arriba, brilla como nunca y quédate para siempre en cada uno de nosotros. No hay mayor legado que el que un día nos dejaste.

Amigo, cuanto cuesta sin ti, nada es lo mismo y nunca lo será.

Te quiero siempre y hasta siempre. Carlos.

A.A.C



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